La cantante colgó los guantes en el aspecto romántico porque prefiere la fama
“Tuve un novio que me dijo que nunca alcanzaría el éxito, ni sería nominada a un Grammy o que no tendría una canción que fuera un hit; hasta esperaba que fallara en todo. Yo le dije: ‘Algún día, cuando no estemos juntos, no serás capaz de pedir una taza de café al maldito delivery, sin verme o escuchar mi voz”, contó Lady Gaga acerca de una época en que sus múltiples números uno en los rankings y premios ganados aún faltaban en su vida.
Antes que Lady Gaga fuera Lady Gaga, mucho antes que vistiera grandes langostas en su cabeza y anteojos de sol hechos de cigarros, la nueva princesa del pop y resucitadora del Dance, se llama Stefani Joanne Germanotta y vestía calzas y poleras.
Desde chica quiso ser músico. Por eso, apenas pudo, abandonó sus estudios de arte y se lanzó a la vida para buscar el estrellato. Tras conseguir financiamiento por un año de sus padres, se fue a vivir a un pequeño departamento, en el que las bolsas de cocaína acompañaban sus solitarias sesiones de maquillaje.
Un día su padre la miró en ese estado y sólo le dijo que cualquier amigo que conociera en ese estado lo perdería. La futura artista dejó su vicio y se puso manos a la obra. Se tiñó el cabello de negro y se planchó los rulos que la habían acompañado toda su vida, y se lanzó a los clubes de NY a tocar música.
Así fue como conoció el año 2006 a Rob Fusari, un productor musical de 38 años con el que no sólo mantuvo una relación, sino que también compuso varios temas que serían los que harían el gancho tan esperado para entrar a los sellos musicales.
De hecho, es Fusari quien se atribuye haberla bautizado como “Lady Gaga”, idea que reforzó cuando demandó en marzo de este año a la casa disquera de la cantante, por 35 millones de dólares, exigiendo un porcentaje de las ganancias de su ex.
También el productor asegura haber guiado a la artista hacia gustos estéticos más relacionados con el pop, en el que Prince y Andy Warhol calaron hondo en las formas visuales que comenzó a buscar Gaga.
Durante esta búsqueda del estrellado que tanto ansiaba la neoyorquina, conoció al hombre que aún considera el gran amor de su vida, el único del que ha estado enamorada, el baterista heavy metal Carl Luc.
“Yo era su Sandy y él era mi Danny”, comentó la artista, haciendo una metáfora con los personajes de la famosa película “Grease”. Pero su Danny, al parecer, quería que Sandy se quedara en casa, cocinándole la comida, en vez de irse a los escenarios a cantar en bikini junto a otra colega, Lady Starlight.
“Sólo he estado enamorada una vez. A él no le gustaba mi trabajo (...) así que me marché (...) Me rompió el corazón, pero también me hizo darme cuenta de que la música es mi primer amor. Mi música nunca se despertará una mañana diciéndome que ya no me quiere. Tengo un problema con el rechazo”, ha declarado Gaga.
Sus amigos coinciden en que este fue el mayor dolor amoroso de su vida, incomparables con los quiebres que más adelante tuvo con su estilista Matthew Williams quien, tras separarse de la artista mantuvo otra relación de la que nació un hijo. Sin embargo, este año ya se le ha visto junto a Gaga y a principio de año se habló de un supuesto reencuentro amoroso.
Entre el quiebre, la artista no se quedó sola, claramente y comenzó a salir con un ex modelo y empresario conocido como “Speedy”. Aunque fue posible ver a Gaga sin accesorios ni ropas extravagantes e incluso sin maquillaje en Hawai con su entonces novio, la relación no duró mucho más, supuestamente, porque ella quería dedicarse completamente a su carrera.
"Si alguien me hubiera dicho, al comienzo de mi carrera, lo que el éxito conlleva, lo habría pensado dos veces. Ahora sé que hay que elegir entre la fama y el amor. Los dos juntos, no funcionan ", dijo Gaga al Daily Star.
"A veces siento que mis fans son todo lo que tengo. Me di cuenta de esto recientemente, cuando leí una carta de una niña. Ella me escribió para decirme lo mucho que me ama. Yo sólo lloré”, agregó.
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