El último episodio en la siempre tempestuosa vida de Paris Hilton ha servido para confirmar la pujanza de algunos medios especializados en celebridades, que proponen modelos de negocio y estrategias informativas nunca vistas. Y dan un nuevo poder a una audiencia ‘experta’.
Cuentan que Larry King, entrevistador estrella de la CNN, recibió la semana pasada un valioso consejo de un alto ejecutivo de la cadena, cuando el periodista mostraba su reticencia a que Paris Hilton apareciese en su programa: “Sólo hay una persona que nos puede dar, con una entrevista, más audiencia que Bin Laden”.
Ésa es la pizpireta heredera. Sin oficio, pero con mucho beneficio, Paris convierte en oro todo lo que toca, incluso los barrotes de su celda.
A pesar del rechazo que provoca en numerosos periodistas y medios, y también a pesar de las encuestas que señalan que la gente está cansada de sus andanzas –Forbes, basándose en una encuesta de E-Poll Market Research, ha revelado que, después de Britney Spears, Hilton es la que provoca mayor hartazgo–, lo cierto es que su último episodio carcelario ha demostrado el nuevo poder de algunos medios dedicados a la vilipendiada tarea de informar sobre los famosos.
Algunos analistas llevan tiempo pronosticando el fin de las revistas sobre celebridades y el hastío definitvo del público por estos contenidos. Otros aseguran que este negocio nunca morirá. Pero todos coinciden en que es necesario replantear las estrategias de unos medios dirigidos a una audiencia cada vez más “experta” y con acceso a la información por diversas fuentes, demasiado accesibles.
Así se han consolidado novedades como la de Nick Denton: Gawker Stalker –40.000 uuarios diarios, muchos de ellos cultos y de clase alta– utiliza las armas de Google Maps para identificar la posición de los famosos, describiendo situaciones, acompañantes y sacando numerosas conclusiones. Todo se hace con ayuda del periodismo ciudadano, corresponsales voluntarios que utilizan la tecnología en favor de una nueva fórmula informativa que funciona pero que plantea dudas sobre la privacidad de los afectados.
La otra revolución es TMZ.com. Los expertos aseguran que su tendencia a cambiar las historias sobre celebridades, convirtiéndolas en auténticos dramas en tiempo real, ha contribuido a transformar este tipo de coberturas.
TMZ ya no es sólo una fuente de información necesaria para los nueve millones de usuarios que la utilizan al mes. Se ha convertido en una fuente para los medios tradicionales, que critican estos contenidos pero los usan habitualmente para ganar audiencia. En tiempos en los que el público tiene que esperar un ciclo entero de noticias, la oferta de TMZ sobre celebridades tarda sólo minutos en llegar a los usuarios. Es toda una novedad en las trincheras del periodismo sobre famosos.
Harvey Levin, editor general de TMZ, que dirige una redacción de 25 personas, buscaba un medio con mayor poder para entregar la información bajo demanda. Y lo ha conseguido. Antes, la cobertura de estas historias estaba vinculada a las agendas de los estudios o de los publicistas, pero TMZ ha ganado audiencia a base de incluir artículos informativos basados en documentos y paparazzis exclusivos o vídeos extraoficiales. La máxima es trabajar sobre una historia acerca de Britney Spears con el mismo método y ahínco con que lo haría la NBC en la cobertura de un asunto informativo sobre el presidente Bush.
“Cuando se le rompe una uña, vosotros ya estáis ahí...”
Su película ‘Una noche con Paris’ fue galardonada por la industria pornográfica con tres premios: cinta más vendida, más alquilada y mejor campaña de marketing. Son los galardones que Paris Hilton ha recibido por su edificante trabajo. Es una auténtica celebridad que cobra por cualquier tontería que dice o hace y cuya vida, por ridícula que parezca, interesa a millones de personas. ‘The New York Times’ titulaba una información sobre P.H. la semana pasada dirigiéndose a los medios: “Cuando se le rompe una uña, vosotros ya estáis ahí”. Paris es la número uno de un negocio internacional en el que cientos de candidatos a celebridad buscan rentabilizar sus 15 minutos de gloria.
La original heredera lleva años haciéndolo: Cobra 200.000 dólares por acudir a una fiesta; es una estrella de la telerrealidad (The Simple Life), y su nombre es uno de los más buscados de Internet. Tiene una cadena de clubes en Orlando, Miami y Las Vegas, una línea de ropa, perfumes y joyas. Y hasta escribe libros. Esta ‘reina Midas’ no necesita el dinero de papá Hilton, porque ella es una fábrica de la moneda.
Cuentan que Larry King, entrevistador estrella de la CNN, recibió la semana pasada un valioso consejo de un alto ejecutivo de la cadena, cuando el periodista mostraba su reticencia a que Paris Hilton apareciese en su programa: “Sólo hay una persona que nos puede dar, con una entrevista, más audiencia que Bin Laden”.
Ésa es la pizpireta heredera. Sin oficio, pero con mucho beneficio, Paris convierte en oro todo lo que toca, incluso los barrotes de su celda.
A pesar del rechazo que provoca en numerosos periodistas y medios, y también a pesar de las encuestas que señalan que la gente está cansada de sus andanzas –Forbes, basándose en una encuesta de E-Poll Market Research, ha revelado que, después de Britney Spears, Hilton es la que provoca mayor hartazgo–, lo cierto es que su último episodio carcelario ha demostrado el nuevo poder de algunos medios dedicados a la vilipendiada tarea de informar sobre los famosos.
Algunos analistas llevan tiempo pronosticando el fin de las revistas sobre celebridades y el hastío definitvo del público por estos contenidos. Otros aseguran que este negocio nunca morirá. Pero todos coinciden en que es necesario replantear las estrategias de unos medios dirigidos a una audiencia cada vez más “experta” y con acceso a la información por diversas fuentes, demasiado accesibles.
Así se han consolidado novedades como la de Nick Denton: Gawker Stalker –40.000 uuarios diarios, muchos de ellos cultos y de clase alta– utiliza las armas de Google Maps para identificar la posición de los famosos, describiendo situaciones, acompañantes y sacando numerosas conclusiones. Todo se hace con ayuda del periodismo ciudadano, corresponsales voluntarios que utilizan la tecnología en favor de una nueva fórmula informativa que funciona pero que plantea dudas sobre la privacidad de los afectados.
La otra revolución es TMZ.com. Los expertos aseguran que su tendencia a cambiar las historias sobre celebridades, convirtiéndolas en auténticos dramas en tiempo real, ha contribuido a transformar este tipo de coberturas.
TMZ ya no es sólo una fuente de información necesaria para los nueve millones de usuarios que la utilizan al mes. Se ha convertido en una fuente para los medios tradicionales, que critican estos contenidos pero los usan habitualmente para ganar audiencia. En tiempos en los que el público tiene que esperar un ciclo entero de noticias, la oferta de TMZ sobre celebridades tarda sólo minutos en llegar a los usuarios. Es toda una novedad en las trincheras del periodismo sobre famosos.
Harvey Levin, editor general de TMZ, que dirige una redacción de 25 personas, buscaba un medio con mayor poder para entregar la información bajo demanda. Y lo ha conseguido. Antes, la cobertura de estas historias estaba vinculada a las agendas de los estudios o de los publicistas, pero TMZ ha ganado audiencia a base de incluir artículos informativos basados en documentos y paparazzis exclusivos o vídeos extraoficiales. La máxima es trabajar sobre una historia acerca de Britney Spears con el mismo método y ahínco con que lo haría la NBC en la cobertura de un asunto informativo sobre el presidente Bush.
“Cuando se le rompe una uña, vosotros ya estáis ahí...”
Su película ‘Una noche con Paris’ fue galardonada por la industria pornográfica con tres premios: cinta más vendida, más alquilada y mejor campaña de marketing. Son los galardones que Paris Hilton ha recibido por su edificante trabajo. Es una auténtica celebridad que cobra por cualquier tontería que dice o hace y cuya vida, por ridícula que parezca, interesa a millones de personas. ‘The New York Times’ titulaba una información sobre P.H. la semana pasada dirigiéndose a los medios: “Cuando se le rompe una uña, vosotros ya estáis ahí”. Paris es la número uno de un negocio internacional en el que cientos de candidatos a celebridad buscan rentabilizar sus 15 minutos de gloria.
La original heredera lleva años haciéndolo: Cobra 200.000 dólares por acudir a una fiesta; es una estrella de la telerrealidad (The Simple Life), y su nombre es uno de los más buscados de Internet. Tiene una cadena de clubes en Orlando, Miami y Las Vegas, una línea de ropa, perfumes y joyas. Y hasta escribe libros. Esta ‘reina Midas’ no necesita el dinero de papá Hilton, porque ella es una fábrica de la moneda.
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